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PASABA

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sábado, 25 de octubre de 2008

¡QUIÉN NO HA SALIDO CON UN AMARRETE!





Voy a hablar de un tema cada vez más mencionado entre las mujeres. Parto declarando que escribo acerca del tema sin la intención de hacer una crítica sexista, sino simplemente para contar algunas experiencias que, vistas con perspectiva, resultan graciosas. Algunos hombres se ofenden con este tipo de análisis, pero sepan que no lo hago con maldad, sino simplemente con el afán de divertirme con ciertas situaciones que me ha tocado vivir. Más de alguno de mis amigos o algún “ex algo” se puede ver retratado en alguno de los episodios… Sólo les sugiero que se relajen y lo tomen con humor y, si pueden aprender algo acerca de esto, mejor aun. Las identidades nunca serán reveladas… Porque las damas tampoco tenemos memoria.

Comienzo declarando que si hay una característica humana que me carga es la tacañería y el delirio de ruina. No considero, para nada, que los hombres siempre deban invitar, pero es lindo y valorable que lo hagan, al menos en algunas ocasiones, principalmente en la etapa de conquista. Cuando los hombres invitan, es realmente un gusto. Asimismo, cuando nosotras invitamos, también debemos hacerlo con gusto y de buena gana.

He tenido varias experiencias con tacaños. La primera fue a los tiernos 16 años. Un amigo de un amigo, que se estaba haciendo el lindo, me invitó a tomar un helado. Al llegar a la heladería abrió su billetera mientras yo tomaba suavemente la mía en gesto de "por siaca, tengo plata" y, acto seguido dice… -“Creeeeesta… ando sin plata, cómo tan hueón”- Y terminando de estropear la situación me dice con una soltura de cuerpo impresionante –“Ya po… Vai a tener que invitar tú, como mujer moderna… Yo quiero uno doble de chocolate suizo y bañado en chocolate”-. Quedé en tal estado de shock que fui incapaz de hacer nada y le compré su cagón helado de mierda de chocolate suizo bañado asquerosamente en chocolate. A mí, de pura pica se me quitó el hambre y no comí nada.

Pero como la vida es justa, el tipo se chorreó el brazo entero con chocolate y, cuando fue a una bencinera cercana a lavarse, no notó que la llave del agua apuntaba hacia el frente y no hacia abajo (yo si lo noté, pero no le avisé a propósito), y se mojó los pantalones quedando con la imagen inconfundible de un incontinente urinario… Como si se hubiera meado hasta los tobillos… Jajajaja… Castigo divino. Me reí de él hasta más no poder… Obviamente, no salimos otra vez.

Ya mayorcita, como a los 25 años invité a mi pololo reciente a comer a un restaurant especial para celebrar mi cambio de pega. Era caro, pero bonito, yo estaba contenta de poder pagarlo… Quería que fuera una salida atípica y romántica, porque aun no sabía cómo era él realmente. Como se imaginarán, lo romántico se fue a las pailas cuando empecé a notar que mi invitado pedía y pedía como si se tratara de un “tenedor libre” y que, al parecer, había estado juntando apetito todo el día, porque el picante comió como si tuviera más hambre que el Chavo. Pidió el aperitivo más caro y se lo repitió, también pidió un “picoteo” para el traguito, la entrada más cuica, cara y rebuscada de la carta, un vino espectacular, plato de fondo, postre y bajativo. Yo de puro hueona no alegué... No quería quedar como cagona, pero sentí terror y agradecí enormemente que existiera la Redcompra… ¡Una cosa era estar celebrando tener pega y otra muy diferente era haberse ganado el Kino!.. Fue la ruina... Tiempo después, con más confianza, fui capaz de limitarlo cuando se desubicaba.

Han sido bastantes las situaciones de "amarretismo" con las que me he encontrado. Paso a continuación a describirlas a modo de"revisión de casos" (como si no me hubieran pasado a mí):

1.- El caso del cajero automático que se echó a perder:

-¡Chuuucha, el cajero automático está malo! Paga tú las entradas al cine y de ahí pasamos a sacar plata y te pago… ahhh… ¿y te queda plata pa comprar cabritas?”-

Extrañamente, de acuerdo al desenlace de la historia... Ese fue el día en que todos los cajeros automáticos de Santiago "desaparecieron por arte de magia".

2.- La invitación transaccional… Te pago el favor (pero la saca barata)

-Ya po, gracias, erí la raja, te ganaste una invitación a comer. Acá venden unos sándwiches súper ricos…
Mmmm… Me falta plata pa la propina ¿Andai con un par de luquitas?...
¡Creeeesta!... Puuucha, sorry… ¿Tení monedas pal estacionador?...-

Y terminas invirtiendo más en la propina y el estacionador que lo que él pagó por tu sandwich


3.- El que se hace el huevón con el vuelto:

El "príncipe" se baja del auto a comprar y tú le encargas un chicle con un billete de dos lucas. El vuelve al auto con tu chicle y una energética... Que se compró con tu vuelto...

4.- La falsa invitación:

- ¿Salgamos hoy a celebrar que me subieron el sueldo? Yo invito...-
Te lleva al cine y saca la plata justa para pagar su entrada. Estira la mano pidiéndote la tuya.
Luego del cine te invita a tomar algo... Adivina si la invitación es de verdad...

5.- El hombre con delirio de ruina:

Pidamos algo baratito…
- ¿Tení mucha hambre?... ¿Por qué no mejor nos comemos un pancito en la casa?...
Naaaa… Esperemos hasta el Miércoles pa ir al cine que es más barato, aparte tengo unos cupones del publimetro que te hacen descuento en las cabritas… ¡Y llevémonos una botella de agua de la casa porque allá te sacan un ojo de la cara por una bebida!...

6.- El hombre moderno:

- Llevan la cuenta a la mesa, él la toma, la mira, calcula que lo que él "consumió" fueron 3 lucas, mientras tú consumiste 7, entonces espera que pongas tus diez lucas y te pasa "sus tres". Muy muy moderno... ¡Obviamente no quiere pasarte a llevar en tu condición de multi-mujer independiente!

Esos casos son los que recuerdo, a veces mezclados, a veces magnificados... Agradezco a mis musos inspiradores, esperando que ya hayan cumplido su ciclo y su misión en mi vida.




jueves, 2 de octubre de 2008

MI MUÑECA ME HABLÓ... Y ME PIDIÓ QUE LA PEINARA



¡¡¡Quedó liiiiiinda!!!