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PASABA

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lunes, 16 de julio de 2012

SOLTERA OTRA VEZ




“Soltera otra vez”... Otro furor televisivo, en mi opinión, insufrible. La he intentado ver dos veces porque me dijeron que era divertida, pero está tan mal actuada y la encontré tan caricaturesca que me dieron espasmos estomacales de vergüenza ajena y no pude terminar de verla.

Me dediqué a alegar harto con amigas y amigos diciendo que la porquería de teleserie ridiculizaba a la mujer soltera de treinta y tantos, que era burda, ridícula, irreal y patética. Pero luego de las pocas semanas que llevo de vuelta en la condición de soltera, debo admitir que, disculpándome de antemano con mis pares, tal vez me equivoqué.

La realidad es, al parecer un poco parecida a la de la teleserie. En algunos medios de la soltería se respira un ambiente de desesperación, tanto en hombres como en mujeres. No digo que esté mal que las personas quieran encontrar pareja, todo lo contrario, me parece muy bien, porque estar en pareja puede ser muy lindo y agradable. Pero las condiciones "carretísticas" actuales de la soltería no me gustan. Estuve sólo cinco meses fuera de estas pistas y siento que la cosa ha cambiado y no para bien.

No quiero caer en estereotipos (aunque inevitablemente siempre lo hago), pero el fenómeno de conocer personas del sexo opuesto está siendo poco natural, al menos a mi edad. En el caso de los hombres es algo diferente, porque en general tienen más permiso social para ser jotes y son menos juzgados que las mujeres, así es que ellos nunca son tema, aunque salgan a bailar sólo para "agarrarse" a alguien, aunque se tiren encima de la primera mina que les parezca un poco atractiva o aunque su meta sea al menos un touch and go por salida.

Las mujeres son las más juzgadas, sobretodo desde cierta edad para adelante, se piensa que todas quieren casarse y tener hijos (aunque reconozco que en muchos casos es así y no tiene por qué ser algo malo, quienes quieren ser madres lógicamente se preocupan por su reloj biológico). Por otra parte, las féminas que se comportan como los jotes son tachadas, incluso por las mismas mujeres, de “maracas”, término claramente más fuerte y dañino que el primero, entre otros juicios y prejuicios. 

Muchos piensan que la soltería no es una opción, sino una condición generada por dificultades, trancas o cosas por el estilo, sin tomar en cuenta que para estar en pareja se necesitan muchísimas condiciones difíciles de coordinar, que cuando no fluyen, simplemente no fluyen. Se requiere, como primera condición que a uno le guste alguien que esté disponible y que al mismo tiempo se interese en uno. Que ambos sean capaces de demostrarlo de un modo adecuado para que alguno de los dos dé el paso necesario para comenzar una relación... Y por supuesto, que pasado el período del ahuevonamiento, más comúnmente llamado enamoramiento, ambas escobas, ya menos nuevas, sigan barriendo bien. Nada fácil, sobretodo cuando uno es medio exigente.   

Volviendo al tema anterior, conocer personas se ha vuelto poco natural. Hablando en este caso sólo de las mujeres, y que me perdonen mis pares, porque no es un juicio, sino más bien, una descripción, algunas que conozco, por ejemplo, salen sólo de a dos o máximo de a tres, porque dicen que en grupos mayores los hombres no se acercan y eso implica, obviamente, excluir a algunas amigas de los carretes. Otras, salen pero se desaniman a priori en algunas situaciones sociales que implican interacción hombre/mujer, pensando que siempre habrá otras mujeres más atractivas que ellas y, consiguientemente, dando una imagen de desánimo y desinterés, olvidando que si se quiere conocer a alguien, mucho hace la actitud. Algunas salen a carretear con el objetivo de conocer a alguien y, cuando no lo logran se frustran y lo pasan mal. Otras, se comportan como asesinas, poniendo el ojo y la bala en el hombre que les interesa y pobre de la que ose acercarse. Este fin de semana, por ejemplo, tuve una anécdota con eso. Me fui de tirón de brazo y amenaza, por parte de la amiga de una amiga, por el sólo hecho de conversar con un sujeto que, sin yo saber, había sido capturado por su ojo asesino unos minutos antes. Mientras yo conversaba animadamente, sin ningún interés más que socializar, ella me tironeó el brazo y me dijo en tono violento –“¡Ni se te ocurra!... ¡Pobre de ti!... ¡Ese hueón es mío!”... Sinceramente, nunca me había pasado algo semejante. De haber sabido que ella se lo había apropiado con sólo mirarlo, nica me acerco. ¡Que gran poder de adquisición tienen algunas!

La cosa está dura... Violenta y exageradamente estratégica. Me gustaría volver a los tiempos en los que se salía a bailar por bailar, en los que uno conocía gente sin pensar en la intención que había detrás, en los que las amigas no la excluían a una de los carretes por constituirse como un número más y en los que no era necesario tener acompañante para los matrimonios porque mucha gente iba sola y siempre había alguien con quien bailar. 

MUCHA TELE


Hace poco tiempo una buena amiga me recomendó, medio en serio, medio en broma, “ver más tele”, porque yo no cachaba nada de actualidad farandulera, no entendía algunas conversaciones y por tanto, no se podía conversar de cualquier cosa conmigo. Anteriormente, varias veces me habían tachado de fome y de grave por no saber quién era éste o este otro personaje de tal o cual realitie y, al momento siguiente, las personas se justificaban como si yo las estuviese juzgando, explicándome que “después de tanto trabajar, necesitaban ver algo livianito”... En fin, es cosa de cada uno lo que considere livianito.

Yo casi no veo televisión abierta, porque exceptuando unos pocos programas, francamente me genera entre rabia y vergüenza. Considero que la mayoría de los programas son insulsos y que la publicidad mete ideas y necesidades en la cabeza que perjudican a las personas, sin que éstas se den cuenta. Pienso que la farándula es adormecedora de cerebros, ridícula y burda y que las noticias que dan por televisión manejan la información que recibimos, inoculando creencias, miedos y manipulando nuestra visión del país y del mundo.

A falta de temas más relevantes, la gente suele hablar de los actores, de los personajes de realities y de animadores como si fueran personas cercanas a ellos, opinando y discutiendo acerca de su comportamiento como si fuese algo trascendental, sin darse cuenta de que son sólo personajes maqueteados, asesorados en términos de imagen o pobres jóvenes manipulados por los medios que buscan suscitar una actitud en los televidentes para conseguir más rating y generar más consumo.

Sé que esta opinión probablemente a muchos no les hace sentido, pero invito a quienes lean esta columna a ver de manera crítica la televisión, siendo conscientes de cuáles son los mensajes, los valores, las necesidades y las creencias que, sin darse cuenta, los comerciales y muchos programas les meten en la cabeza. Por ejemplo: Los comerciales de "Mabe", una marca de electrodomésticos y línea blanca que introdujo masivamente el concepto de "multi-mujer", como algo fantástico. Yo no sé a quién le puede generar gracia tener que trabajar como loca para luego llegar a hacerse cargo de absolutamente todo en la casa sin ninguna ayuda más que la de una mágica lavadora, una magnífica plancha o una súper cocina que, en realidad, no hace más que otras. Propagandas como las de los malls que los hacen ver como una alternativa de paseo familiar, cuando lo que en realidad buscan es generar un mayor consumo encerrando a la gente en un espacio alejado de la naturaleza en el que todo se vende. Comerciales de grandes tiendas que invitan a llenar el vacío existencial con ropa. Avisos de yoghurt que intentan hacerte pensar que consumiéndolos no te vas a hinchar aunque el resto del tiempo comas puras mugres sólo porque tienen "actiregularis" que puede ser lo mismo que "activumcagunisbacilus". Publicidad como la de Coca Cola que intenta hacer pensar a la gente que tomándola se sentirá muy bien, e incluso estará ayudando al planeta con los recicladores, cuando en realidad Coca Cola es una de las industrias que más agua contamina en el mundo y es una bebida tremendamente dañina y adictiva. Comerciales de tecnología que transforman los gustos en necesidades y que crean una urgencia por tener siempre lo último potenciando la cultura de lo desechable, entre otros. Son demasiados los ejemplos que se pueden dar.

Probablemente muchos deben estar pensando que saben que esto es así y que son conscientes de lo que la publicidad y las noticias hacen con sus cerebros... Yo les digo, por experiencia propia, que no siempre estamos tan alertas.