Vistas de página en total

PASABA

Bienvenidos


sábado, 18 de julio de 2015

Solteros de los que conviene escapar

Publicado en witty.la

En la “guerra de los sexos”, los hombres suelen definirnos a nosotras como “cuáticas”, enrolladas, controladoras, brujas, etc. Dicen que sobre-interpretamos las cosas, que somos excesivamente emocionales, que esperamos que ellos adivinen lo que nos pasa y muchas otras cosas más. Pero, a pesar de todo eso, igual nos quieren y nosotras a ustedes… Y es que, ¿qué sería de nosotros si no pudiésemos burlarnos un ratito de algunas cualidades del sexo opuesto cuando resulta tan entretenido?
Y, como yo soy mujer y me gusta jugar un poco con las tipologías, he decidido hacer una especie de resumen de aquellos solteros entre 35 y 45 años (por poner un rango), con los que se puede tener malas experiencias, ya sea en la primera cita, como en el proceso de enamora-miento.
Tómenselo con humor, que para reírse está hecho. A ver si algún hombre puede escribir la contraparte para que podamos reírnos todos.
Congéneres, si se encuentran con alguno de éstos, corran por su vida, antes de que sea demasiado tarde. Aquí vamos:

1. Pepe Le Puf: Es aquel hombre que te conoce y ya te encuentra especial. La primera salida es un panorama increíble del tipo “te invito hoy a almorzar a la playa”. Estando allá te dice que siente una conexión especial y a la semana ya te está diciendo “mi amor” y se ofrece para ir a cocinar a tu casa. Jamás dejes entrar a un hombre así en la intimidad de tu hogar, pues sacarlo te dará un trabajo enorme. Te quiere ir a buscar y a dejar a todos lados, tiene toda la semana planificada para ti y nada en el mundo es más importante para él que estar contigo. Es un tipo tan pegote que ni siquiera te da tiempo de reflexionar acerca de si realmente te gusta o no. Pero en una que otra ocasión uno se las da de relajada y decide simplemente dejarse llevar y ver qué pasa. Y ahí está el problema, porque cuando te das cuenta que no te gusta, zafarte de él es una tarea titánica, principalmente, porque el tipo es tan empalagoso y centrado en lo que su mente le dice que tú eres, que con buenas palabras no entiende y siempre piensa que estás equivocada y que no sabes lo que realmente sientes. Finalmente te armas de valor, le explicas la situación con peras y manzanas y él dice que comprende; pero llora y en palabras menos dramáticas te dice que le has roto el corazón. Te recomiendo que te tomes un par de meses y averigües en qué está; apuesto a que su corazón está absolutamente re-estructurado, y está profundamente enamorado de otra víctima de su meloso proceder.
2. El macho regalito: Es aquel que piensa que viene envuelto en un papel finísimo, con una cintita en la cabeza y que cree que deberías sentirte profundamente feliz y agradecida de que “te haya elegido” para salir contigo. De una soberbia impresionante y con una capacidad sin igual para hablar maravillas de sí mismo por horas y horas. Te aseguro que te mira y ve tu cara como un emoticón con ojos de corazones, aunque en realidad tengas los ojos a medias astas y la cabeza se te esté cayendo de aburrida. Puede que en algún momento pregunte algo acerca de ti, pero en realidad no le importa; sólo lo hace para introducir su siguiente tema personal. Generalmente paga la cuenta, tiene regio auto, habla mucho de los países, los hoteles y los restaurantes que conoce, de los deportes extremos y excéntricos que practica y es capaz de darte su tarjeta desde el momento en que te conoció para que “lo llames si necesitas algo”, simplemente para que te enteres que él “no es na cualquier hueón” (perdón mi inglés), sino que es el Gerente de whatever y, por tanto un buen partido y “un reglito” por donde se lo mire.
3. El hombre estropajo: Es el tipo de hombre que demuestra un gran entusiasmo porque hayas querido salir con él. Te dice todo el tiempo lo linda, inteligente, simpática y divertida que eres y se compara contigo, definiéndose, en términos tragicómicos, como feo, fome y apagado. No tiene ni un brillo y te mira con cara de idiota durante todo el eterno rato que dura la primera y última salida. Luego, al momento de irse, te dice con voz entrecortada y casi llorosa “me imagino que no vas a querer salir conmigo nunca más ¿cierto?…” ¡Absolutamente cierto!
4. El seductor escapista: Es el tipo que demuestra interés por ti y que siempre te hace reír y pasarlo bien. Todo fluye, a ti te gusta, tú pareces gustarle también y todo va ocurriendo en el orden y los tiempos que la moral y las buenas costumbres indican para las damas como nosotras… Pero hay un grave problema; el proceso se ve interrumpido en múltiples ocasiones por una inexplicable tendencia al escapismo. Tras pasar un Sábado absolutamente romántico, puedes no recibir una llamada o un whatsapp en una semana entera, e incluso, no responder si tú lo llamas o le escribes… ¿Dónde se fue…? ¿Por qué se fue…? ¿Qué hizo durante ese tiempo en que no supiste nada de él…? Imposible saberlo, pues una de sus estrategias es, a pesar de actuar como si hubiera un “nosotros”, jamás dejar un espacio para hablar de “nosotros” y, cada vez que vuelve hace todo tan bien, que uno empieza a inventarse teorías acerca de su temporal desaparición; que tiene temor al compromiso, que está traumado por malas relaciones anteriores, que tiene un ritmo particular, que es inseguro, etc… ¡y la verdad está en nuestra propia nariz…! Cuando el seductor escapista desaparece, es porque cruza un pórtico secreto que lleva a otra dimensión, la misma a la que se van los zancudos cuando uno prende la luz para atraparlos después de que han revoloteado un largo rato en nuestra oreja. No desesperéis, así como los zancudos regresan cada vez que volvemos a apagar la luz, este Don Juan también lo hará (más o menos cada semana y media, o dos semanas).

5. El cuico-curao ordinario: El típico hombre educado, medio pituco que habla con la papa en la boca, sin que sus labios se rocen para pronunciar la “p” o la “b”. Te invita a un lugar exquisito, te trata como una reina y pide una tras otra botella de vino maravilloso hasta quedar “curao como tagua”. En ese momento viene la metamorfosis. Tras pagar la cuenta, tirar la talla con los mozos y botar un par de sillas en su zigzagueante caminar, te abraza, trata de darte un beso baboseado y empieza a hablarte en un tono asquerosillo y con cara de degenerado tratándote con términos como “guashita”, “cosita” y otras palabras que no correspondían a su fina estampa. No es raro que mientras vas, obviamente sola, de vuelta a tu casa, comiencen a llegarte mensajes ordinarios que, probablemente en su estado de ebriedad, el pobre hombre interpreta como “elegantemente insinuantes”. Un asco… Primera y última cita. 

6. El ghosting Flash: Se conocen, él te dice que le gustas, a ti también te gusta, viven todo el proceso del enamoramiento, las salidas, el paso a las diferentes instancias de una relación incipiente como una película en cámara rápida. Parece perfecto y, a pesar de sentir que todo ha sucedido de manera vertiginosa, decides dejar los cuestionamientos a un lado para vivir esta loca aventura. Te escribe poemas o canciones, te llama varias veces al día, quiere estar siempre en tu mente y tiene muchas otras cosas que te parecen espectaculares, pero derrepente, sin decir “agua va”, se ofende por una mínima estupidez, y desaparece para siempre sin dejar huella, eliminándote y bloqueándote de todas las redes sociales y medios a través de los cuáles podrías contactarlo. Y tú, quedas un poco desolada, herida en tu orgullo y con una desagradable sensación en la garganta, repitiendo en tu cabeza una y otra vez, la clásica frase de Condorito “exijo una explicación”.
7. El gay enmascarado: ¿Les ha pasado conocer a un tipo masculino, con buena facha, que usa un perfume exquisito, caballero, galán y que te pregunta qué acondicionador usas y alaba tus zapatos…? Ojo, que puede quererte de pantalla o, por asuntos religiosos, ideológicos, por conservadurismo o por mil otras posibles razones, no se ha atrevido a salir del clóset. Peor aun, puede que ni siquiera él asuma abiertamente para sí mismo que es homosexual y piense que le gustas porque te encuentra linda y simpática. Él puede ser el mejor partner, el más caballero, el hombre que más te va a cuidar, pero aparte de decirte cuando te ves linda, de notar cuando te hiciste un cambio de look por ínfimo que sea, de escuchar tus historias con atención, de bailar embalado contigo, compartir intereses, ser empático, considerado y, en definitiva, perfecto… Nunca te va a tocar un pelo y, esperemos que en algún momento, asuma su condición sexual y pueda ser verdaderamente feliz.
8. El rápido y tortuoso: Comprobado y requetecontra comprobado por miles y millones de mujeres around the word; el hombre que se pasa de respetuoso y que tras muchas salidas, puede incluso acostarse contigo a ver una película y, además darte un beso apasionado, sin pasar al terreno siguiente, probablemente tiene una disfunción sexual; puede ser eyaculador precoz o tener una disfunción eréctil. Si sigue contigo, te sigue invitando, le gusta tu compañía y a ti te gusta él… Juegue, eso tiene solución; pero si es de los que, al destaparse la olla no asume que tiene un problema y tiene siempre una excusa (poco plausible), es momento de dar vuelta la página y a otra cosa mariposa. No se va a tratar un problema que para él no existe, e incluso puede llegar a culparte por la deficiente performance de su otro yo.

9. El hombre con criterio de marciano: Es el tipo que interpreta las cosas de un modo absolutamente exótico y particular, cuyas ideas y suposiciones tienden a ser como de otro planeta. Es capaz de conectarse contigo en ciertos momentos, ser sincero y decirte que le gustas, ser cariñoso y pasar muy buenos momentos junto a tí. Pero frente a vicisitudes de la vida, graves o no tanto, desaparece sin dejar rastro (otro tipo de escapista, pero diferente) y luego, cuando vuelve, ya sea porque decidió hacerlo o porque tú lo hiciste volver, no entiende por qué podrías estar sentida o enojada, si él no ha dejado de recordarte a pesar de todo lo que ha tenido que hacer. Puede dejarte esperando dos horas y llegar al encuentro pactado con cara de nada, como si todo estuviese bien y no entiende por qué estás enojada y siente que “le estás pintando el mono”. No sabe explicarse, no sabe reaccionar frente al conflicto y cuando ya siente que el asunto se enredó demasiado, definitivamente opta por abortar la misión.
10. El antisistémico bolsero: Es aquel sujeto que orgullosamente se define como “anarquista” y que decidió dedicarse a su pasión (sea cual sea), para no ser un esclavo más del “asqueroso sistema capitalista”. A pesar de sus treinti tantos o casi cuarenta años mantiene un look entre rockero desgastado y punketa decadente, pero limpiecito. Vive “independientemente” en una mediagua que se construyó en el patio de la casa de su mamá. ¿Cómo llega uno a conocer a un tipo así? Cuando se intenta ser mejor persona, sacarse los prejuicios y ampliar el círculo social con personas diversas. Decides salir con él, probablemente en onda amigo si no te parece atractivo. No te pregunta dónde quieres ir porque te quiere sorprender y te cita a cierta hora en alguna estación de metro para llevarte orgulloso a un tugurio oscuro, lleno de adolescentes y lolosaurios vestidos de manera similar que incluso puede ser divertido. Pide una cerveza de litro con dos vasos y, en la medida que avanza el tiempo en una animada conversación va pidiendo más y más cervezas hasta casi completar “el metro cuadrado de pilsener”. Al pedir la cuenta, la revisa y la divide por la mitad (a menos que tú hayas comido algo y él no), comienza a hurguetear su billetera, saca unas pocas lucas y continua con el monedero, contando las monedas de cien, cincuenta y diez pesos, hasta que asume que la plata no le alcanza y te pide que “le prestes” o, peor aun, que pagues tú, que para eso trabajas para los cerdos capitalistas (haciéndose el gracioso obviamente). ¡Ay de ti si fumas y él también!, porque te va a bolsear puchos toda la noche, argumentando que no ha encontrado el tabaco orgánico especial, ni los papelillos ecológicos con que se hace sus cigarros artesanales. ¡Pero claro!… Se trata de un tipo antisistémico, coherente que no va a darle dinero a las mafias gringas tabacaleras, pero no tiene problema en fumarse tus cigarros, pues él no los compró. Finalmente, salen del barucho, te pide plata prestada para la micro, otro pucho, lo mandas a la cresta y, obviamente, sintiendo una ira profunda, decides no verlo nunca más. 
En fin, éstos son sólo algunas tipologías tomadas de historias reales, de aquellas que uno escucha por ahí. Obviamente nada de esto me ha pasado a mí, porque como buena psicóloga, tengo ojo clínico para escoger a mis pinches y parejas… (Puedo adelantarme a sus “Ja ja” y “Sí oh”).
A veces, “en casa del herrero, cuchillo de palo”…